Enfermedad renal crónica
Los riñones son dos órganos con forma de alubia de unos 10-12 centímetros (del tamaño de una mano cerrada) situados a cada lado de la columna vertebral, por debajo del par de costillas inferiores.
Los riñones tienen tres tareas en el cuerpo: en primer lugar, como planta de purificación del organismo; en segundo lugar, como unidad de filtrado y, en tercer lugar, como la estación de control corporal.
Planta de purificación
Los riñones funcionan las 24 horas del día para limpiar la sangre de sustancias nocivas. En tan solo unos minutos, más de un litro de sangre fluye a través de ellos y se filtran alrededor de 180 litros de líquido corporal al día. Una persona sana orina entre uno y tres litros al día. La orina contiene «desechos» que incluyen toxinas, residuos de fármacos y productos de desecho de los alimentos que ingerimos. Si se altera la función renal, los niveles de productos de desecho del cuerpo pueden acumularse y provocar su acumulación en sangre (uremia).
UNIDAD DE FILTRADO
En cada riñón hay alrededor de un millón de pequeñas unidades productoras de orina denominadas nefronas. Cada nefrona consta de un ovillo de vasculares sanguíneos, el glomérulo, y un tubo renal, el túbulo. El glomérulo es un «paquete de filtrado» microscópico cuya tarea es la de limpiar la sangre de los productos de desecho. Los túbulos se pueden comparar con «tuberías de alcantarillado» donde se drenan el exceso de líquido y los desechos que se han filtrado. Cada nefrona está conectada a canales renales más grandes. Desde ahí, la orina se mueve hacia los uréteres y luego hacia la vejiga. Todas las sustancias importantes que deben permanecer en el cuerpo se separan en el proceso de filtración y se reincorporan de nuevo a la sangre.
Estación de control
La función de los riñones es la de producir sustancias y regular procesos. Los riñones aseguran el funcionamiento celular regulando el grado de sal y acidez en la sangre y controlan cuánto absorbe o secreta el cuerpo, entre otras cosas, iones de hidrógeno, sodio y potasio.
Los riñones producen dos hormonas importantes: la eritropoyetina, una hormona que estimula la producción de glóbulos rojos en la médula ósea, y la renina, que regula la resistencia y el tono de los vasos sanguíneos y, por lo tanto, la presión arterial. Los riñones también son importantes para la estructura del esqueleto. El calcio que obtenemos a través de los alimentos solo se puede absorber en el intestino mediante la vitamina D, que se forma en la piel por la exposición al sol y que activan los riñones.
El riñón depende de una contracción y relajación adecuadas del corazón para mantener el flujo sanguíneo renal. Por lo tanto, la interacción entre el corazón y el riñón a menudo puede presentar trastornos que desembocan en insuficiencia cardíaca. La insuficiencia cardíaca y la enfermedad renal crónica suelen coexistir y comparten factores de riesgo frecuentes en su desarrollo. Un deterioro de la función renal se asocia con un mayor riesgo de desenlaces adversos. Los pacientes con enfermedades cardíacas y renales suelen tener un peor pronóstico y necesitan un seguimiento cuidadoso.
Dado que muchos de los fármacos para la insuficiencia cardíaca tienen importantes efectos directos sobre la función renal, es importante que su médico la revise regularmente (principalmente a través de análisis de laboratorio) durante el tratamiento de la insuficiencia cardíaca aguda y crónica.
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